“Decidí que yo iba a conectar con la alegría y con la belleza”, nos cuenta la fotógrafa y guía de montaña. Retratos de La Rioja que muestran la belleza de una identidad sostenida en el tiempo. “La fotografía puede ser un eslabón entre el que observa y el que es retratado, entre la montaña y las personas de las ciudades”.

 

 

Para Alejandra Melideo la fotografía, la montaña, la naturaleza y compartir con su hijo, es lo que viene eligiendo para su vida desde hace mucho tiempo.

Es neuquina y creció cerca de la montaña, desarrollando su oficio como fotógrafa de expediciones. Luego, pudo combinar su trabajo como fotógrafa profesional, como guía de montaña, y hoy dirige su propio proyecto de expediciones fotográficas.

Con mucha alegría, sube a la montaña, acompañada de su hijo, casi siempre y con evidente satisfacción, recuerda sus pasos: “Creo que las mujeres tenemos que poder compartir con nuestros hijos nuestro trabajo. Y aunque en muchos momentos fue muy difícil, la verdad es que siempre valió la pena”.

Alejandra Melideo: “Decidí que yo iba a conectar con la alegría y con la belleza”. 

 

Además de madre y apasionada por la naturaleza, Alejandra se define como una exploradora de la vida. “Me gusta explorar por fuera y por dentro, saber qué me está pasando cada vez que empiezo un lugar nuevo, que siento, cómo lo siento”. La curiosidad la llevó a Nepal, el Amazonas o la cordillera blanca y en Argentina recorrió desde Salta a Ushuaia.  

 

La identidad, la fotografía y el telar, la trama de la identidad

Dice que es capaz de encontrar la belleza en cada una de las personas que habitan los lugares que fotografía: “Siento que son dignos de ser retratados, nadie se compromete con lo que no conoce y recorrer un lugar nuevo me llena de vida, siento que puedo hacer cosas, que puedo reflejarlo y que soy parte ¡Me siento viva!”

Seleccionar el lugar, preparar la logística necesaria y tomarse todo el tiempo que requiera, se convirtió en costumbre para Alejandra, una verdadera aventura fotográfica que la llevó a diversas latitudes. “Cuando tomo fotos de esos lugares, primero lo hago para mí, porque siento y deseo con todo mi corazón, guardarme un momento de ese espacio, pero después busco transmitir belleza. Quiero ser ese puente entre esa belleza y las personas, para primero conectar, segundo para transformar”.

 

 

“Creo que, una persona que nunca vio la belleza de un bosque, quizás nunca se va a comprometer con cuidarlo, porque no entiende lo que está pasando y si no puede llegar a ese lugar, por lo menos deseo que sepa que existe y que sepa que de ese lugar dependen muchas vidas. Lo mismo me pasa con las personas que viven en el lugar, esas personas cuando yo las retrato, no lo hago nada más que para mí, también lo hago para ellas, para que esas personas valoren su cultura y sepan que desde un lugar muy respetuoso hay gente que lo está valorando”. 

La historia de vida de Alejandra, ya no se trata tan solo de trabajo. Ella disfruta todo el proceso de preparar y concretar su proyecto. Habla de experiencias en lugares donde la gente se dedica a la crianza de animales, tejidos, siembra de granos y todo lo que hayan heredado de sus antepasados.

Por ello, quiere recuperar la identidad de las personas, mostrando cada historia, a través de la fotografía.  “Que la abuela sienta la necesidad de enseñarle a tejer un telar a su nieta porque se da cuenta de que quizás hay algo para recuperar ahí de su cultura. Entonces la fotografía para mí es conciencia, es protección y es un eslabón entre el que observa y el que es retratado, entre la montaña y las personas de las ciudades”.

 

La Rioja son todos esos pueblitos

Alejandra ha aprendido a reconocer y valorar su propio trabajo en escenarios al aire libre. Recuerda que, la primera vez que vino a La Rioja, fue impactante para ella. “Recorrí diferentes pueblitos. Se percibe una cultura propia”. Esta sensación la llevó a generar un proyecto. 

“Esa cultura propia que tiene la población y que la lleva como su forma de vida. No es como un Machu Picchu donde la gente vive así para ganarle dinero. Estamos hablando del lugareño que teje sus estribos, les saca la piel a los animales y hace alfombritas para el piso. Hacen pantalones para protegerse de las espinas del monte. Me interesa, justamente, que ellos encuentren un motivo también para preservar su cultura y su identidad”.

Resalta su experiencia de haber conocido la cumbre principal de las Sierras de Famatina, el cerro General Belgrano. “Me sorprendió gratamente la diversidad que existe, diversidad de colores, de flora, de fauna y la gente que vive ahí. Uno empieza subiendo entre verdes y flores y en la medida que va ganando altura va empezando a transitar los ocres, naranjas y se vienen los nevados atrás. Realmente, como montañista es una experiencia increíble”.

La fotógrafa y guía de montaña, habla sobre la posibilidad de que las sierras sean un área protegida. “Las empresas privadas siempre van a encontrar una forma de socavar esas montañas con fines económicos, los pobladores nunca se ven beneficiados por estas grandes empresas que usan el agua, que rompen la tierra y que se llevan las riquezas. El agua de la cual dependen generaciones y generaciones, debería ser protegida por las personas que viven en ese lugar. Es algo que no se recupera, que no podemos comprar, entonces, preservarlo debería ser prioritario”. 

 

 

Presentamos los resultados de la Identificación de Sitios Candidatos para la creación de áreas protegidas nacionales en la provincia de Catamarca.

Durante los meses de septiembre y octubre de 2021, los equipos de la Administración de Parque Nacionales (APN) y Natura Argentina trabajaron en la construcción de una evaluación ambiental multicriterio, con el objetivo de identificar Sitios Candidatos, con altos Valores de Conservación, para la creación de la primera área protegida nacional en Catamarca.

Ante el interés declarado por parte de la APN y el gobierno de la provincia de Catamarca para la creación del primer Parque Nacional catamarqueño, y la gran diversidad de ecosistemas y paisajes que la provincia presenta, se emprendió un fructífero trabajo técnico y colaborativo para aportar a este proceso. Los equipos técnicos trabajaron en conjunto, recopilando información disponible sobre los aspectos ambientales del territorio provincial, capas de información relacionadas con usos del suelo, datos de campo y publicaciones referidas a la biodiversidad, entre otras fuentes para realizar el análisis.

Según Cristina Casavecchia -asesora en planificación y gestión de conservación y áreas protegidas de Natura-: “Son de gran importancia los abordajes técnico-científicos como este, para trabajar en la priorización estratégica de sitios potenciales para ser declarados como áreas protegidas. Natura Argentina contribuye así con su trabajo en este proceso y destaca la importancia de la colaboración interinstitucional, como es el caso de esta experiencia entre APN y una ONG como Natura”. 

Se llevaron a cabo numerosas reuniones técnicas de coordinación y talleres virtuales, en los que participaron profesionales de ambas instituciones, con diferentes experiencias relevantes para el proceso. Se lograron definir y ponderar los principales criterios de clasificación, de manera específica para cada una de las cinco ecorregiones de la provincia de Catamarca: Monte de Sierras y Bolsones, Yungas, Chaco Seco, Puna y Altos Andes. 

Los criterios fundamentales definidos se vincularon con el agua, los glaciares, la vegetación y los bosques nativos, el impacto de actividades antrópicas y sitios específicos de importancia para diversas especies

Como resultado del análisis multicriterio, las áreas priorizadas con una superficie mayor a 10.000 ha fueron: 1) Salinas Grandes, 2) Bolsón de Pipanaco, 3) Seis Miles (norte), 4) Aconquija catamarqueño, 5) Seis Miles (sur). Cabe destacar que las Sierras de Narváez también se posicionan como un sitio candidato, si bien no se encuentra dentro de los 5 más relevantes. 

Para la directora de Natura Argentina, Lucila Castro, “las herramientas y los resultados obtenidos en este trabajo constituyen un insumo estratégico base para la toma de decisiones, relacionado con los valores de conservación de la provincia de Catamarca y de la Nación Argentina”. 

Es de esperar que, en instancias futuras, se desarrollen evaluaciones más detalladas de manera conjunta con actores claves, sobre la factibilidad de los Sitios Candidatos, u otros sitios propuestos. Para Castro, “el objetivo será alcanzar una propuesta de área protegida nacional, robusta técnicamente, eficaz en la representación de ecorregiones a escala nacional, bajo una figura de protección, y que proteja el patrimonio natural y cultural valorado por la comunidad catamarqueña y argentina”.

Natura Argentina se pone a disposición para acompañar al Gobierno de Catamarca en buscar y desarrollar de manera conjunta evaluaciones más detalladas de factibilidad de los Sitios Candidatos, u otros sitios propuestos, a partir de un trabajo interinstitucional, colaborativo, mixto de gabinete y de campo. 

Aquí se puede consultar el informe completo.

“La vivienda más eficiente es la que menos energía demanda, no solo aquella que la genera a través de energías renovables”, nos dice Fabián Garreta, invitado de este mes al blog de Natura Argentina. Algunos consejos para aprovechar mejor el clima y la energía de nuestras casas.

Por Fabián Garreta

 

Hubo una época en que las necesidades de confort eran satisfechas directamente con las resoluciones arquitectónicas. Lo que no podía ser resuelto con la construcción se mitigaba con la vestimenta. Si tampoco alcanzaba, se toleraba un rango de confort más amplio. Desde mediados del siglo pasado, y en el marco de una suerte de “mundo de energía barata y abundante”, la arquitectura se divorció de la interacción con el entorno y comenzaron a multiplicarse los sistemas de calefacción y refrigeración que hoy conocemos.

Actualmente, y más allá del monto final que se paga en la factura de electricidad, gas o agua de red, el costo de la energía ha ido creciendo a causa del constante aumento de la demanda (crecimiento de la población mundial y mayor consumo) y la búsqueda de soluciones ambientalmente más sustentables.

La construcción y el uso de edificios es responsable de aproximadamente la tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. El mayor consumo energético se encuentra en la climatización: refrigeración y calefacción de espacios habitables.

Vivienda en Roatan-Honduras. Gentileza del autor.

 

En Argentina, ese porcentaje se repite, aun contando con la distribución demográfica muy favorecida con el clima. Podríamos decir que la calidad constructiva en el país es deficiente, ya que la envolvente edilicia es incapaz de aprovechar las condiciones ambientales favorables (ganancia solar en invierno y ventilación en días cálidos) y evitar las perjudiciales (aislación térmica, uso de aleros y parasoles).

La necesidad de lograr confort, para descansar, trabajar o estudiar, es beneficioso para la salud y para mejorar nuestra calidad de vida. En la actualidad está ampliamente establecido que las mejores condiciones se logran con temperaturas entre 18 y 26°C. Si la arquitectura logra una muy buena interacción con el clima, y se alcanzan esos valores de temperatura en el interior del edificio, la demanda de energía para mejorar su habitabilidad baja significativamente.

CAMINO A LA VIVIENDA SUSTENTABLE

Muchas variables involucran a una vivienda para ser sustentable. Desde los aspectos más básicos relacionados con la arquitectura y su modo de vivirla, hasta el recupero de aguas, el diseño del paisaje, la incorporación de equipamiento eficiente o la implementación de energías renovables.

Vivienda en Roatan-Honduras- Gentileza del autor.

Sostener o mejorar el nivel de confort bajando el consumo energético es el gran desafío. El factor más importante a la hora de lograr una vivienda eficiente es reducir el intercambio de calor entre el interior y el exterior, dado que más del 60% de la energía consumida en vivienda se destina al acondicionamiento térmico (frío y calor). La vivienda más eficiente es la que menos energía demanda, no solo aquella que la genera a través de energías renovables. 

Aquí, algunos consejos, o criterios bioclimáticos de diseño a tener en cuenta:

  • Verificar y, de ser necesario, corregir el nivel de aislación térmica de muros, cubiertas y ventanas. Dependiendo el tipo de cubiertas o techos es más o menos sencillo adicionar aislación térmica, existen soluciones que se apoyan directamente sobre cubiertas planas y reducen a menos de 1/3 las pérdidas de calor.

 

  • Trabajar sobre los muros suele ser más complejo, pero podemos utilizar revoques térmicos, placas de aislación o revestimientos que permitan incorporar mayor control del flujo térmico entre el muro existente y la nueva terminación. 

 

  • Las aberturas son los elementos térmicamente más permeables. Pueden reemplazarse por nuevas con tecnología de doble vidriado hermético (DVH) y perfiles con menor conductividad e infiltración. Si el presupuesto es más ajustado, se pueden aplicar burletes a todas las aberturas, disminuyendo el ingreso y egreso de aire.

 

  • Materiales amigables con el ambiente: seleccionar materiales con certificación de sustentabilidad, como el Floor-score o FSC en maderas. Buscar aquellos que cuenten con contenido reciclado y los que se produzcan cerca del lugar de la obra para disminuir el impacto del transporte. Hoy en día, gracias a la demanda de los consumidores, la mayor parte de las grandes empresas muestran esas cualidades en las hojas técnicas de sus productos. En cuanto a los electrodomésticos, seleccionar aquellos con eficiencia A o superior y buscar equipos robustos que requieran menor recambio.

EL FUTURO DE NUESTRAS CASAS

Existe una creciente e insatisfecha demanda de vivienda en Argentina que podría abordarse desde el diseño bioclimático y la eficiencia. El diseño bioclimático no debe ser asociado a la construcción con materiales rudimentarios (barro, paja, desechos industriales). Por el contrario, las decisiones proyectuales y tecnológicas deben responder al clima y asegurar estabilidad en el tiempo con mínimo mantenimiento y uso de energía.

La implementación de la Ley de Generación Distribuida 27.424, en vigencia hace ya algunos años, puede ser un instrumento estratégico para descarbonizar la arquitectura existente y la futura. Su aplicación a escala depende de la voluntad de cada gobierno, pero ya es una herramienta disponible y de eficacia probada.

Hay empresas que comercializan materiales con certificaciones que aseguran un menor impacto en el uso de insumos y la producción de los mismos. Lamentablemente, el mercado de la construcción evoluciona muy lentamente de la mano de una economía inestable, lo que dificulta la creación de empresas con “espíritu verde”.

Se puede observar muchas veces un uso desmedido y engañoso del concepto de sustentabilidad con fines comerciales, así como también asociaciones no muy exitosas de uso de energía solar en edificios arquitectónicamente muy ineficientes. Por ejemplo, a veces, simplemente se coloca un equipo solar de agua caliente sanitaria o fotovoltaicos, y creemos que con eso logramos “ser sustentables”.

Certificacion-LEED-YPF-Nordelta. Gentileza del autor.

Pero desde hace varias décadas existen normativas y legislación, sobre todo en países centrales, que obligan a los profesionales a alcanzar ciertos valores mínimos de eficiencia energética en los proyectos. En algunos casos, estas exigencias redundan en mayor calidad constructiva y menor impacto en el medio ambiente, hasta cumplimentar normativas de excelencia arquitectónica, como lo pueden ser la Certificación LEED, Passivhaus, Breeam, EDGE u otras.

En Europa es común encontrar edificios que cuentan con un balance energético igual a cero. Es decir, durante un ciclo anual consumen lo mismo que generan. Y eso no es lo más avanzado, hay edificios que incluso tienen superávit energético: producen más de lo que consumen. 

En Argentina, ciudades como Rosario y Buenos Aires, tienen normativa orientada a realizar proyectos de arquitectura de menor demanda energética. Todas cuentan con el marco legal; sin embargo, su aplicación todavía no es efectiva.

El desafío del futuro está en la aplicación de criterios bioclimáticos de diseño: considerar orientaciones, uso de aislación térmica, ventilación natural, asoleamiento de espacios interiores en épocas frías y protección solar en verano, etc. Si a eso le sumamos la elección de sistemas e instalaciones eficientes, se reducirá fuertemente el uso de energía para los equipos de climatización. Con solo aprovechar el sol como fuente de calefacción en viviendas, en Argentina se estaría ahorrando algo más de un 10% de energía primaria.

 

Cuando se nombra la provincia de Santiago del Estero en lo que se suele pensar es en una chacarera, el calor agobiante, el bosque nativo con sus Quebrachos, e incluso algunas veces, en el famoso Río Dulce. Este río recorre la provincia de norte a sur y pocos conocen el secreto que esconden sus aguas al unirse con la laguna Mar Chiquita, en el extremo sur de la provincia.   

Es justamente en este sector donde el Río Dulce forma un increíble delta que, junto a la laguna, conforman un enorme humedal de un millón de hectáreas, el mayor humedal salino de Sudamérica. Lo que más se destaca de este ecosistema es su gran biodiversidad, lo cual otorga a los bañados del Río Dulce una gran importancia ambiental.

En sus diversos ambientes acuáticos se concentran miles de aves coloniales y migratorias que sustentan más del 1% de sus poblaciones a nivel global, que es lo mismo a decir que son cientos de miles de individuos. En los ambientes terrestres asociados también se encuentran especies de mamíferos amenazadas como el yaguarundi (Herpailurus yagouaroundi), el pecarí de collar (Pecari tajacu), la tortuga terrestre (Chelonoidis chilensis), el lobito de río (Lontra longicaudis), el aguará guazú (Chrysocyon brachyurus) y numerosas especies de anfibios, reptiles y peces.  

Una parte de este humedal se encuentra en la provincia de Córdoba y otra en la provincia de Santiago del Estero. El área correspondiente a Córdoba es reconocida como sitio RAMSAR y el sector de la laguna Mar Chiquita forma parte de la Red Hemisférica de Aves Playeras. Esta provincia designó el humedal como Reserva Provincial de Uso Múltiple, una categoría relativamente débil que no alcanza para garantizar la conservación de sus valores naturales y culturales. Esto ha llevado a una campaña provincial, nacional y global  para convertir esta zona en Parque Nacional. En dicha estrategia -liderada desde el tercer sector por Aves Argentinas y apoyada por nosotros y numerosas organizaciones e instituciones- trabajaron todos los niveles de gobierno. 

En Córdoba, desde 2017, se han realizado trabajos fundamentales para lograr la declaración, y ya está muy cerca la creación del Parque Nacional Ansenuza, aprobada por la legislatura de Córdoba. Ahora es el turno del gobierno nacional, ya que la ley tiene que ser tratada en la Cámara de Diputados, y en la de Senadores. A pesar de todos estos importantísimos avances, el área correspondiente a Santiago del Estero carece de protección legal o designación internacional, y hasta hace muy poco había poca información sobre qué especies estaban presentes en el lugar y sobre los pobladores que viven en estrecha relación con el humedal.  

El equipo de Natura Argentina trabaja desde 2019 en la zona de los bañados del Río Dulce, en la provincia de Santiago del Estero. Una de las principales actividades que estamos realizando junto con los pobladores locales, es actualizar la información sobre el conocimiento y utilización local de los ecosistemas y las diferentes especies que se pueden encontrar en los distintos ambientes de los bañados. 

Al trabajar con los pobladores locales afianzamos la construcción colectiva de conocimiento, uno de los pilares de nuestro trabajo en conservación. Gracias a estos diálogos, descubrimos cómo perciben su territorio, cómo se vinculan con el resto de las especies y sus ambientes, cómo creen que influyen los usos y las actividades que realizan en la salud del territorio y cómo son afectados por su dinámica diaria de trabajo. El conocimiento de los pobladores locales es clave en un proceso de construcción de estrategias para conservar los valores culturales y ambientales de un lugar, y las comunidades locales deben participar de las decisiones que se tomen al respecto, porque son parte del territorio a construir y los principales beneficiados. 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gracias al trabajo y la información social, pudimos identificar qué especies vulnerables suelen ser vistas, y en qué ambientes. Con estos saberes, salimos al campo a buscar las especies catalogadas en peligro de extinción o vulnerables según la lista de IUCN, gracias al apoyo de Rain Forest Trust. El trabajo técnico consistió en la colocación de cámaras trampa en diferentes puntos. Así pudimos realizar muestreos para poder observar huellas, avistar fauna y cualquier otro tipo de evidencias sobre la presencia de las especies. 

Estos esfuerzos dieron sus frutos y el equipo de trabajo logró registrar un total de 152 especies de aves, lo que representa el 39,3% del total de especies de aves citadas para la provincia de Santiago del Estero. De estas especies, 35 son migratorias y utilizan los humedales durante el verano para alimentarse y/o anidar. Además, se confirmó la presencia de 16 especies de mamíferos, seis reptiles, seis anfibios y tres especies de peces. De todas estas especies se destaca la presencia del flamenco andino (Phoenicoparrus andinus), que suele verse durante el invierno y cuando el río sube y forma humedales.

 Crédito: Equipo Natura Argentina

Mediante las entrevistas, los pobladores locales confirmaron la presencia del águila coronada (Buteogallus coronatus), el pecarí chaqueño o quimilero (Catagonus wagneri) y la tortuga chaqueña o terrestre (Chelonoidis chilensis), especies catalogadas como vulnerables o en peligro de extinción por la UICN. Estas especies están asociadas a las zonas altas con bosque nativo en el margen de la depresión de los bañados del Río Dulce. 

Crear un área protegida (AP) en el delta del Río Dulce sería  un gran paso para la conservación de estos importantes humedales. Es una forma de resguardar los bienes y servicios que los pobladores locales utilizan para vivir, y un recurso para proteger los ecosistemas donde viven todas las especies que logramos identificar en los bañados del Río Dulce. Por esto, seguiremos trabajando en la zona, para avanzar con los estudios biológicos necesarios, para aumentar y actualizar la información sobre la presencia de las especies en categorías amenazadas o en peligro de extinción. También vamos a continuar en contacto con los pobladores locales, no solo para conocer sus opiniones, sino también para brindarles toda la información necesaria para que puedan ser parte de las distintas etapas de la creación de un AP.

 

Por Claudio Bertonatti

Tradicionalmente, se divide el patrimonio en natural y cultural. Se trata de un ejercicio intelectual que busca clasificar bienes, espacios, especies… solo a los fines de simplificar su comprensión, como lo hace la taxonomía con la zoología o la botánica. Pero esa clasificación condiciona nuestra percepción, al punto de observar la naturaleza, por un lado, y la cultura, por otro: estamos ante un problema.

La realidad es que, incluso cuando recorremos el paisaje más urbano, es fácil comprobar que las especies silvestres están presentes, al igual que el suelo, el agua y el aire. Del mismo modo, cuando caminamos por un ecosistema silvestre están presentes los aspectos culturales: a veces, de modo invisible, como los topónimos, los mitos, las leyendas, las canciones, la historia, los nombres populares de los animales, los usos medicinales de las plantas… En otras ocasiones su presencia es obvia si hay senderos, caminos y otras estructuras humanas. 

Sin embargo, la disociación de “lo natural” con “lo cultural” suele reforzarse con la comunicación brindada en los lugares emblemáticos de uno y otro lado. Por ejemplo, en las áreas naturales protegidas los folletos y carteles muestran la flora o la fauna, pero rara vez los componentes culturales (históricos, antropológicos, arqueológicos y folklóricos). Algo equivalente ocurre cuando visitamos un museo histórico, arqueológico o de arte: todo muy lindo, pero la naturaleza no aparece, como si fuera una metáfora de la mirada de un tuerto. Pero si tenemos la posibilidad de ver con los dos ojos, el campo visual se ampliará para revelar un panorama integrador.

Desde esa mirada aparece el patrimonio. Es decir, el legado integral (natural y cultural) de las generaciones que nos antecedieron. Ellas seleccionaron objetos, sitios, personajes, especies y hechos con los que se identificaron en su tiempo. Nosotros no solo los recibimos: los resignificamos, los ratificamos, los descartamos o los renovamos. Por lo tanto, el patrimonio es una construcción social, basada en la valoración, el sentir y el conocimiento del presente. Por eso, distintas sociedades se identifican con un inventario patrimonial que varía con el tiempo, aunque siempre, con un mismo fin: hilarlos para entramar un relato sobre su identidad.

El reconocido actor y ambientalista Leonardo DiCaprio publicó en sus redes sociales un pedido dirigido al Congreso de la Nación Argentina, solicitando el tratamiento del proyecto de ley para la creación del Parque y Reserva Nacional Ansenuza.

Leonardo DiCaprio solicitó a través de sus redes sociales al Congreso de la Nación el tratamiento del proyecto de ley para avanzar con la creación del Parque y la Reserva Nacional Ansenuza, recalcó también la importancia mundial que tiene este humedal. Este pedido se suma al realizado formalmente días atrás por Natura International Argentina y Aves Argentinas.

En agosto de este año se logró obtener la Ley Provincial por votación unánime de la legislatura de la provincia de Córdoba. Ahora, el pedido urgente es la media sanción de la Ley Nacional que permitirá avanzar con la creación de la Reserva y Parque Nacional Ansenuza. Tener esta área protegida es de vital importancia para asegurar la conservación del humedal conformado por la laguna Mar Chiquita y los bañados del río Dulce, un sitio clave para la conservación de la biodiversidad a nivel global y uno de los humedales más importantes de Argentina.

Lucila Castro, directora de Natura International Argentina, afirmó: “La creación del Parque Nacional Ansenuza permitirá proteger y desarrollar, junto con sus comunidades locales, uno de los ecosistemas más importante que tiene nuestro país”.

Para lograr la creación del Parque, hace falta la media sanción de la Cámara de Diputados en primer lugar, y luego de la Cámara de Senadores.

En su pedido DiCaprio sostiene: “El gobierno argentino está listo para dar los últimos pasos necesarios para hacer realidad el Parque Nacional Ansenuza. Esta designación es un sueño compartido por las comunidades locales, el gobierno de la provincia de Córdoba, la Administración de Parques Nacionales, el Ministerio de Ambiente de Argentina, Aves Argentinas, Fundación Wyss, Natura Internacional Argentina y Re:wild”, haciendo hincapié en la importancia del trabajo en conjunto para alcanzar grandes objetivos.
“Es una excelente oportunidad para que la Cámara de Diputados nos dé una gran noticia para cerrar el año”, señaló Castro, “ya que existe consenso general para la creación de estas áreas protegidas, resta ponerlo en agenda y votarlo, lo que nos dará una buena razón para comenzar el 2022 avanzando en una misión que nos une: la conservación de uno de los humedales más valiosos de Argentina”.

Por Marcela Titarelli

Desde Santa Fe queremos compartir experiencias, sensaciones y vivencias de personas que han tenido la posibilidad de observar ejemplares en libertad. Para tratar de transmitir esos momentos de emoción, invito a los lectores a imaginar que se encuentran en un pastizal inmenso o en un monte abierto de espinillos, quebrachos y algarrobos, también podemos pensar en alguna cañada, arroyo o laguna. Imaginemos que estamos recorriendo alguno de esos ambientes y de repente surge un “fuego” delante de nosotros, ese color anaranjado tan intenso de su pelaje nos sorprende y se destaca en ese paisaje.

Justamente debido a esa coloración es que en algunos lugares se lo llama Doradillo, por otro lado su particular silueta y andar desgarbado le valieron el nombre en algunos lugares de “zorro potrillo”, así como también su tamaño, su pelaje inflado en el dorso y sus vocalizaciones fuertes en la noche, han llevado erróneamente a relacionarlo con la leyenda del Lobizón generando miedos infundados.

El Aguará guazú es el caminante incansable de esos ambientes que imaginamos y que puede sorprender con un salto o lo podemos ver zambulléndose como un delfín, mientras despliega sus habilidades para cazar en ese mar de pastos altos. Muchas veces se lo suele observar concentrado “en sus cosas” o mirando “el más allá”, sin percatarse de la presencia humana que registra el momento a través de una cámara. También ha sido registrado bordeando cursos de agua o zonas inundables. Solitario, de andar pausado y tímido, éste canido no representa peligro para el ganado ni para los seres humanos

Si bien la bibliografía menciona que su mayor actividad se encuentra en horas crepusculares y nocturnas, hemos recibido registros de ejemplares observados en horas del mediodía e incluso primeras horas de la tarde.

(Matías Romano)

En cuanto a su rol ecológico por un lado podemos decir que esta especie es un importante conector de pastizales, humedales y bosques, quedando demostrado el impacto que tienen los paisajes alterados o fragmentados para la supervivencia de la fauna asociada a esos ambientes. Y por otro lado, en cuanto a su dieta es un gran dispersor de semillas y es el depredador más importante después del puma.

Gracias a los registros aportados por las personas, las encuestas y los relevamientos realizados en la Provincia de Santa Fe, podemos decir que la principal amenaza para esta y muchas especies de nuestra fauna, es la alteración del paisaje, lo que lleva a que muchos ejemplares mueran por atropellamientos en rutas o se acerquen a los ejidos urbanos o semiurbanos y sean atacados por perros o exponerse a las enfermedades de los animales domésticos, además de fenómenos climáticos extremos (sequías e inundaciones).

Especialmente gracias la difusión y a la tecnología recibimos una gran cantidad de registros de ejemplares muertos por colisiones en nuestras rutas y en contraposición, también recibimos muchos registros de avistajes.

En el año 2003 esta especie fue declarada Monumento Natural Provincial (Ley 12182) y luego en el año 2009 se publica el Plan de Conservación (Versión 1) que incluye un Protocolo de Acción para el Rescate de ejemplares y Recopilación de información y es en este sentido, que difundimos a través de las Fuerzas de Seguridad, Municipios y Comunas las formas de actuar frente a un encuentro con algún individuo. De esta forma, diferenciamos los casos que ameritan una intervención desde el Estado junto a Fuerzas de Seguridad para rescatar algún ejemplar, de aquellos casos que se identifican como avistajes o hallazgos de ejemplares muertos. En cualquiera de los casos, la información que obtenemos la volcamos en una planilla que nos permite evaluar amenazas, distribución, etc. y así poder proponer acciones concretas de conservación.

Cuando recibimos notificación de un ejemplar que por un hecho inusual es hallado en el interior de construcciones urbanas o edificaciones rurales, se procede a ponerlo en resguardo y se evalúa si es factible liberarlo en algún área natural cercana. En el caso de que presente heridas o hay indicios de que ha estado en cautiverio entonces se procede a trasladarlo al centro de Fauna para que sea evaluado por los profesionales veterinarios. Luego de un periodo de cuarentena y rehabilitación, muchos de estos individuos pueden ser liberados.

(Matías Romano)

Siempre recordamos que no hay que intervenir directamente, sino que ante el hallazgo de un individuo en una situación conflictiva o herido, se comuniquen con las fuerzas de seguridad; por el contrario, si se trata de una observación de un animal libre en zona periurbana o rural, simplemente con compartirnos la ubicación, fecha y foto o filmación ya es información muy valiosa.

Es importante destacar que hay una gran comunicación y coordinación con personal de fauna de otras provincias, con instituciones involucradas con la protección de la biodiversidad, con veterinarios/as, biólogos/as, investigadores/as, y demás para compartir información respecto a cómo actuar frente a individuos que necesitan asistencia veterinaria o ser relocalizados en áreas naturales o se realizan consultas de índole veterinaria y es así como se realiza una colaboración entre profesionales y se ven involucradas distintas instituciones en pos de la conservación de esta especie.

En este sentido, y no menos importante, surge la pregunta ¿Qué podemos hacer cada una cada uno para ayudar a proteger esta especie? Y esto obviamente es necesariamente extensivo a toda la fauna y al ecosistema donde habita. Como respuesta creemos que es importante comprender e internalizar que como especie formamos parte de la vida que se desarrolla en nuestro planeta, que es fundamental respetar, proteger y convivir con las formas de vida y la salud de nuestro ambiente. Todas las acciones y actividades que realizamos en las mismas ciudades o comunas, depende como sean ejecutadas, pueden repercutir negativamente sobre los ecosistemas y luego en nuestra salud. Entonces es fundamental mantener o retornar a ecosistemas sanos.

Por Yanina Druetta

Si por un momento miramos hacia el pasado, podremos ver y asegurar que, desde el primer instante en que el humano apareció sobre la faz de la tierra, comenzó a relacionarse de manera estrecha con la naturaleza. Imaginemos esa etapa de la existencia del hombre como una escena de caos donde la vida era un poco dura y peligrosa pero existía una tranquilidad mínima que garantizaba la reproducción de la especie. Estos primeros hombres se adaptaron al medio, aprendieron de él y entendieron cómo aprovechar los recursos que se les proporcionaba sin afectar la autorregulación del ecosistema.

Con el pasar del tiempo, la necesidad de obtener nuevos conocimientos sobre el mundo natural se acrecentó y esa chispa latente de curiosidad hizo que célebres personajes con grandes capacidades de estudio y observación dieran lugar a su espíritu aventurero y se lanzaran por nuevos mundos participando de épicas travesías con el afán de visitar sitios inexplorados y descubrir un sin fin de criaturas y fenómenos nunca antes vistos.Así nace la idea de Naturalismo.

Dos pioneros de esta corriente fueron Charles Darwin y Alexander Von Humboldt. Darwin, luego de transcurrir veintitrés años de su viaje expeditivo a la costa sur de América, publicó “El origen de las especies por medio de la selección natural”, donde introduce la teoría científica de que las poblaciones evolucionan durante el transcurso de las generaciones mediante un proceso conocido como “la selección natural”.

Flamencos australes (Yanina Druetta/Natura International)

Von Humboldt, luego de realizar una ambiciosa expedición científica, también por América, cambió su percepción en cuanto a cómo se relacionaba el mundo y la naturaleza. Humboldt vio al mundo como un gran organismo dentro del cual todos los seres vivos estaban conectados en un delicado equilibrio y fue el primero en estudiar el cambio climático provocado por la acción del hombre.

Hoy analizamos el pasado desde una realidad muy diferente. La sociedad continúa evolucionando, el conocimiento obtenido es abundante y se encuentra al alcance de todos, pero lamentablemente, existe un distanciamiento entre el hombre y la naturaleza que se remonta al comienzo de la era industrial; donde lejos de retroceder en el consumo de materias primas, el daño ocasionado a los bosques, la tierra, el agua, la fauna silvestre y el uso de recursos no renovables de forma indiscriminada se elevó sobremanera.

Esa búsqueda de riquezas que no contempla una forma de producir sustentable y sostenible aplasta cualquier pensamiento ético y conservacionista del ambiente y nos lleva a replantearnos cuál es el rol del naturalista de hoy en día. Mucho conocemos sobre biodiversidad, fenómenos naturales, roles ecológicos, servicios ecosistémicos y muchos otros temas más, pero… ¿Qué es lo que hace que en la actualidad este concepto de ser Naturalista se vuelva más utilizado? ¿Cuál es el objetivo que, quizás, persiguen estas personas que poseen la misma chispa de curiosidad que tenían aquellos antiguos investigadores? Sin dudas, las respuestas a estos interrogantes están íntimamente ligadas a la forma extractivista en que nos comportamos en el planeta.

Bañados del río Dulce (Yanina Druetta/Natura International)

Un Naturalista vive desde muy cerca su amor por la naturaleza, la estudia, forma alianzas con ella, la defiende… y este “modo” muchas veces se activa cada vez que comenzamos a observar con detención todo lo maravilloso que nos rodea, entendiendo por fin, que también formamos parte de ese entorno y necesitamos acercarnos nuevamente a él para poder lograr esa convivencia armoniosa que provoca solo un sinfín de beneficios para ambos.

Un naturalista moderno probablemente no sea un fiel reflejo de aquellos pioneros de tiempos antiguos que querían solo descubrir y comprender. Un naturalista moderno, más allá de desear aprender para entender, está convencido que la curiosidad y la pasión por la naturaleza son la herramienta fundamental que puede inspirar a toda una sociedad a querer cambiar su relación con el medio natural, haciendo que las personas se interesen por él y se involucren en su cuidado.

Muchas veces creo que, ser naturalista, significa también, ser ese puente que conecta y trata de concientizar sobre la necesidad de encontrar el justo equilibrio entre desarrollo y conservación que nos permita a todos dejar huellas verdes en nuestro viaje por la vida.

 

Por Lic. María Marta Mokobodzki Ongaro

Las áreas protegidas constituyen una estrategia fundamental para la conservación de los bienes y servicios ambientales que ofrecen los ecosistemas. Estos bienes y servicios ambientales son indispensables para la vida, proporcionando los elementos necesarios para el bienestar general del planeta.

Estos bienes y servicios ambientales que ofrecen las áreas protegidas son consumidos por los diferentes agentes económicos, ya sea en sus decisiones de consumo y/o producción. Estas decisiones de consumo y producción son tomadas sin considerar el valor económico total de los bienes y servicios ambientales que las áreas protegidas brindan, derivando en situaciones por debajo del óptimo.

Lugar: Parque Nacional El Palmar, provincia de Entre Ríos, Argentina. Imagen: María Cruz Berasategui

Esta situación se presenta porque no existe un mercado en donde se intercambie este tipo de bienes y servicios ambientales o ecosistémicos, pero esto no implica que no tengan un valor económico y que conservarlos no sea costoso. De hecho, si tomamos el valor económico total de estos bienes y servicios ambientales, nos daríamos cuenta el elevado precio que deberíamos pagar por el consumo de los mismos.

Esta situación en donde el consumo de los bienes y servicios ambientales no esté reflejado en un precio de mercado a través de una transacción, desde la visión económica, se denomina falla de mercado, más precisamente es una externalidad negativa en donde los consumidores no pagan el verdadero valor de los bienes y servicios consumidos y es la sociedad quien se hace cargo de los costos de preservarlos.

Esta situación en donde no se paga por el consumo de los bienes y servicios ambientales que ofrecen las áreas protegidas, sumado a la escasez de asignaciones presupuestarias destinadas a la gestión efectiva de las mismas deriva en la imposibilidad de realizar una gestión efectiva de y, por lo tanto, en la incapacidad de cumplir con los objetivos para los que fueron creadas.

A partir de lo expuesto emerge el concepto de sostenibilidad financiera de las áreas protegidas en donde ha sido definida por Emerton et al (2006) (1) como “la capacidad de asegurar recursos financieros estables y suficientes a largo plazo y distribuirlos en tiempo y forma apropiada, para cubrir los costos totales de las AP (tantos directos como indirectos) y asegurar que las AP sean manejadas efectivamente y eficientemente según sus objetivos de conservación y otros pertinentes”.

Parque Provincial Aconcagua, Provincia de Mendoza, Argentina. Imagen: María Cruz Berasategui

La sostenibilidad financiera es una estrategia que requiere poder identificar qué actores económicos son los consumidores de los bienes y servicios ambientales de las áreas protegidas y/o los sistemas de áreas protegidas para lograr, mediante diferentes mecanismos financieros, resolver la externalidad negativa logrando que los mismos paguen por su consumo.

De esta manera y bajo la teoría económica que entiende a la problemática ambiental como una externalidad negativa en donde se deben construir instrumentos para poder internalizarla, es que se incorporan al presupuesto disponible otras fuentes de financiamiento alternativas y complementarias a la asignación gubernamental anual, pero que responden a resolver el problema.

Estas diversas fuentes de financiamiento, llamadas alternativas o complementarias a las asignaciones gubernamentales tienen diferentes características en cuanto al origen, la estabilidad, el horizonte temporal, la facilidad y rapidez en su implementación y también qué mecanismos financieros permiten la gestión y ejecución de las mismas.

La estrategia de sostenibilidad financiera debe conducir a que estas fuentes de financiamiento alternativas y complementarias generen un presupuesto estable y de largo plazo para así poder planificar y cumplir con los objetivos para los cuales las áreas protegidas fueron creadas.

Para realizar la estrategia de sostenibilidad financiera se requiere poder construir el presupuesto necesario para una gestión óptima de las mismas y conocer la brecha existente entre el presupuesto para la gestión óptima y el presupuesto actualmente disponible.

Parque Nacional El Palmar, provincia de Entre Ríos, Argentina. Imagen: María Cruz Berasategui

Un estudio de Sostenibilidad Financiera de las Áreas Protegidas en América Latina y el Caribe (2) muestra una brecha de financiamiento de US$314 millones/año para que simplemente se puedan encarar actividades básicas de manejo. Esto indica que la escasez de recursos económicos está presente en toda la región.

Algunos países de la región han ido construyendo sus estrategias de sostenibilidad financiera por ejemplo Herencia Colombia contribuye a alcanzar las metas internacionales que Colombia se ha trazado para conservar y aumentar sus áreas protegidas y garantizar su integración en paisajes y sectores, a través del diseño y posterior implementación de un modelo de financiamiento a largo plazo para el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) .

Actualmente, Argentina no tiene una estrategia de sostenibilidad financiera de áreas protegidas a nivel nacional, pero, por ejemplo, Natura International ha realizado en conjunto con la Provincia de Salta su primer estudio de estrategia de sostenibilidad para el Sistema Provincial de Áreas Protegidas (SIPAP) con una primera aproximación de la brecha financiera y la identificación de potenciales fuentes de financiamiento de acuerdo al marco teórico correspondiente.

Parque Nacional Los Glaciares, Provincia de Santa Cruz, Argentina. Imagen: María Cruz Berasategui

Este paso que realizó la Provincia de Salta va a ser un hito muy importante para los sistemas de áreas protegidas provinciales y un elemento motivador para comprender que la sostenibilidad financiera de las áreas protegidas es uno de los elementos centrales en las estrategias de conservación. Los ecosistemas bien conservados maximizan su potencial de brindar bienes y servicios ambientales, para las generaciones presentes y futuras. Entonces, se procura la sostenibilidad financiera de las áreas protegidas en aras de seguir demandando estos bienes y servicios ambientales que tanto bienestar y satisfacción generan.

Es importante avanzar en la concientización sobre que las áreas protegidas, ya no son solo una alternativa para la conservación de la biodiversidad, sino una vía para la preservación de los bienes y servicios ambientales necesarios para la vida. De esta manera, la sociedad valorará los beneficios ambientales, culturales, sociales y económicos que recibe de las áreas naturales protegidas.

  1. Emerton, L., Bishop, J. and Thomas, L. (2006). Sustainable Financing of Protected Areas: A global review of challenges and options. IUCN, Gland, Switzerland and Cambridge, UK. x + 97pp
  2. Bovarnick, A., J. Fernández-Baca, J. Galindo y H. Negret, Sostenibilidad Financiera de las áreas protegidas en América Latina y el Caribe: Guía para la política de inversión, Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) y The Nature Conservancy (TNC), 2010.

Por Claudina Gonzalez

Mucho se habla del turismo sostenible. Planes y programas del sector público, productos y emprendimientos privados, programas y contenidos académicos incluyen, siempre y sin excepción, el concepto de sostenibilidad. Una discusión diferente es llegar a conocer si esta inclusión es algo meramente declamativo o bien se acompaña de buenas prácticas, reales, concretas y verificables. 

Lo cierto es que el desarrollo de un turismo sostenible es un proceso continuo que requiere de buena planificación así como del seguimiento constante de sus incidencias, para introducir las medidas preventivas o correctivas que resulten necesarias. De este modo la experiencia turística debe ser, por igual, satisfactoria para el viajero tanto como educativa, entendiendo a la práctica turística como una oportunidad para que los viajeros conozcan mejor los entornos naturales y culturales, los valoricen debidamente, los protejan y sean capaces de transmitir este mensaje a otros. 

Cada año, la Organización Mundial del Turismo (OMT o UNWTO, por sus siglas en inglés) dependiente del sistema de las Naciones Unidas, enmarca su agenda de trabajo con un lema. Recientemente, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró al 2017 como “Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo”, para señalar y recordar el potencial del turismo y su contribución a la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Ese mismo año, la organización respondió de manera contundente a la pregunta “¿Por qué el turismo importa?”. Y la respuesta incluyó un repaso de la capacidad de la actividad para la generación de empleo, su contribución al Producto Interno Bruto global, al crecimiento económico, el entendimiento entre pueblos, a la conservación cultural, la valorización y conservación del ambiente y al desarrollo en general.

En Argentina el turismo constituye un sector sumamente dinámico de la economía. En  2018, la producción de bienes y servicios de las ramas características del turismo (sean o no demandadas por visitantes) fue de 5,7% del PIB. Los puestos de trabajo en ramas características del turismo fueron 1.269.070, un 6,2% del total de la economía, entre los segmentos de hotelería, restaurantes, agencias de viaje, empresas de transporte con fines turísticos (aerocomercial, trenes turísticos, fluvial, marítimo, automotor), explotación de playas, parques recreativos, reservas, museos, centros de convenciones, predios feriales y otros espacios de recepción de visitantes y otras actividades vinculadas. 

Es una actividad presente y dinámica en todas las regiones y, muy importante, está compuesta en su mayoría por micro, pequeñas y medianas empresas (prácticamente la totalidad del sector: 99,1%).

Suena prometedor, ¿verdad?

Sin embargo, toda esa potencia debe ser correctamente gestionada. Y esa gestión cuidadosa, permanente, respetuosa de los valores naturales y culturales, es un compromiso que deben asumir los gobiernos de distinto nivel, pero también las comunidades anfitrionas, las empresas y prestadores turísticos, las organizaciones de la sociedad civil y, muy importante, los propios viajeros.

Con la sostenibilidad como palabra clave, la naturaleza puede motorizar una economía resiliente a largo plazo. En particular, distintos organismos internacionales como el BID y el Banco Mundial, así como la Organización Mundial del Turismo, reafirman el valor del turismo de naturaleza y su rol en el desarrollo sostenible de los territorios, para la mitigación de la pobreza, como factor de crecimiento económico, como herramienta para la conservación de la biodiversidad y en su contribución al cumplimiento de acuerdos y convenios internacionales claves, como la mencionada “Agenda 2030”.

Argentina, cuenta con una asombrosa dotación de recursos naturales que, con particularidades locales y regionales, se extienden por el territorio, conformando un capital natural de gran riqueza y un atractivo turístico de enorme potencial. 

Un país con una enorme diversidad ambiental, destacado por abarcar en su territorio un gradiente casi completo de ecosistemas que incluyen selvas subtropicales de tierras bajas, selvas de montaña, bosques subtropicales semiáridos, sabanas inundables, desiertos, bosques templados húmedos, praderas, ecosistemas de alta montaña, marinos y polares. En su subsuelo se encuentra el Acuífero Guaraní -uno de los principales reservorios subterráneos de agua dulce-; es el segundo país latinoamericano con mayor cantidad de glaciares y está dentro de los 15 países a nivel mundial con mayor superficie cubierta de hielo, por lo que posee una de las principales reservas estratégicas de agua dulce del mundo. 

En ese sentido, las áreas naturales protegidas son de un enorme atractivo para el turismo. De acuerdo a información del Sistema Federal de Áreas Protegidas (SiFAP), el país cuenta con más de 500 áreas protegidas registradas, de distinta jurisdicción y gestión, que representan el 13,29% del territorio nacional continental, con una superficie total de 36.947.536 hectáreas: parques nacionales, parques interjurisdiccionales marinos, reservas nacionales, reservas naturales y monumentos naturales, parques provinciales, reservas naturales, reservas provinciales, áreas municipales, áreas privadas, refugios de vida silvestre, sitios Ramsar, Reservas de la Biósfera y Patrimonios Mundiales conforman algunos de los principales atractivos turísticos del país. 

Esta diversidad de ambientes, ecosistemas terrestres, de agua dulce, costeros y marinos, con su flora y fauna (vastas colecciones de aves, peces, mamíferos, vegetales, anfibios y reptiles, entre otros), ofrece la posibilidad de pensar estratégicamente en el turismo de naturaleza como el motor de la recuperación, sentando las bases para que el turismo se consolide como parte esencial de la economía nacional, enmarcándose en una agenda más amplia de desarrollo sostenible.

El turismo de naturaleza (incluyendo al turismo activo y el ecoturismo) ya constituía una de las prácticas turísticas de mayor desarrollo y demanda global en el contexto anterior al brote de la COVID-19, con un ritmo de crecimiento tres veces superior al del turismo en general según la OMT.

Por el lado de la demanda, son varios los factores sociales y demográficos a nivel global que explican este proceso de búsqueda de naturaleza y espacios abiertos en los viajes: consumidores bien informados y con mayor conciencia ambiental, por un lado, o la densificación y el crecimiento de las ciudades, con vidas marcadas por el encierro en espacios artificiales y afectadas por situaciones de estrés, por otro. Más de la mitad de la población mundial vive en entornos urbanos. Esto vuelve rutinarios a los espacios urbanos, artificiales y, por contraste, más valiosos a los contactos con la naturaleza en el tiempo de ocio. En Argentina, la población urbana es del 92%. Los escenarios naturales únicos y bien conservados, por contraste con otro tipo de destinos ya saturados, aparecen como deseables y son sumamente motivadores para esta demanda.

Los escenarios naturales y las actividades que allí se desarrollan dan respuesta a los turistas que buscan experiencias transformadoras y memorables en sus viajes. A los factores de atracción anteriores, se suman diversos estudios que señalan los beneficios de un contacto regular con espacios naturales y la realización de actividades en ellos, con impactos positivos en la salud física y mental.

Desde una visión de desarrollo, y dadas las enormes ventajas comparativas en materia de recursos naturales que caracterizan a la Argentina, una práctica verdaderamente sostenible en la naturaleza ofrece al turismo la oportunidad de consolidarse como una actividad económicamente rentable y viable. 

A su vez, el turismo de naturaleza suele generar mayores estadías promedio y mayor gasto de los viajeros en los territorios. El incremento en las variables de estadía y gasto encuentra su explicación, en parte, en la variedad de actividades recreativas de las que los espacios naturales son soporte. A mayor diversidad en el menú de actividades presentadas por un destino, mayor atractivo e interés representará ese territorio y, por tanto, justificará una extensión de la estadía con el consiguiente gasto asociado.

El turismo sostenible de naturaleza es, a su vez, un vehículo de desarrollo social. Muchas de las prácticas asociadas a este producto requieren la contratación de emprendedores y guías locales, estimulando el desarrollo de empresas turísticas (agencias de viajes, transportes, alojamiento, alimentación, artesanías, actividades recreativas y complementarias), habilitando así la diversificación de la matriz productiva y la generación de empleo local de muchas de las economías regionales y de comunidades que, en algunos casos y encontrándose muy postergadas, no cuentan con posibilidades para desarrollar otras actividades productivas.

A su vez, al incluir aspectos pedagógicos y de interpretación de la naturaleza, potencia la sensibilización de locales y viajeros sobre la trascendencia de la conservación de los ambientes naturales, ayudando a minimizar los impactos negativos sobre el entorno.

En síntesis, turismo sostenible (según la OMT) es “el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas.”

Con la excepción de una minoría de áreas naturales protegidas creadas y consagradas exclusivamente a tareas de investigación científica, monitoreo y conservación ambiental, la mayor parte las áreas naturales conciben, junto con la función de conservación, una función social dada por el uso público de esos espacios, teniendo en cuenta el valor turístico recreativo y educativo de los mismos.

En la generación de nuevas áreas protegidas así como en la correcta gestión de las existentes, puede considerarse al turismo como una actividad amigable, lo que requiere dotar a los destinos de infraestructura acorde, que priorice las dimensiones de planificación y conservación en el uso público de estos espacios y que habilite el acceso y permita la visita y disfrute de destinos naturales que se perciben como valiosos pero que aún son emergentes. 

Hay una oportunidad en el desarrollo del turismo de naturaleza. Pero también, y de manera inseparable, hay un deber: el de incluir a la sostenibilidad en la agenda cotidiana de la actividad.